A medida que se intensifica la contienda presidencial entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, quienes se encuentran prácticamente empatados, los inversores se preparan para la posibilidad de un resultado disputado, lo que podría sacudir el pujante mercado bursátil. Las encuestas muestran a Harris con una ventaja mínima, pero lo ajustado de la carrera genera preocupación de que cualquier desenlace incierto provoque volatilidad. Con el recuerdo aún fresco de los intentos de Trump por impugnar las elecciones de 2020, analistas como Walter Todd de Greenwood Capital advierten que las acciones podrían caer si los resultados no se definen claramente durante varios días. Aunque el S&P 500 ha subido un 21% este año, la incertidumbre política ha empezado a pesar sobre el ánimo de los inversores, reflejándose en índices de volatilidad al alza. Los expertos financieros recomiendan protegerse ante posibles turbulencias post-electorales, aunque muchos creen que cualquier caída del mercado podría ser temporal, con una recuperación probable una vez que se aclare el panorama.

 

 

El candidato presidencial republicano Donald Trump ha reavivado su postura más dura sobre inmigración, prometiendo que, de ser electo, llevará a cabo el mayor evento de deportación en la historia de EE.UU., alegando que los inmigrantes están quitando empleos a comunidades negras e hispanas. Sin embargo, los economistas advierten que una medida así podría costar hasta un billón de dólares a los contribuyentes y disparar el costo de vida, especialmente en alimentos y vivienda. Contrario a lo que afirma Trump, los datos del gobierno muestran que la mano de obra inmigrante impulsa el crecimiento económico al ocupar empleos que los trabajadores nacidos en EE.UU. suelen evitar, sobre todo en sectores como la agricultura y la construcción. Expertos como el economista laboral Giovanni Peri sostienen que la expulsión de millones de trabajadores inmigrantes paralizaría industrias clave, obligaría a las empresas a automatizar procesos y reduciría las oportunidades laborales para los propios estadounidenses. A medida que se acercan las elecciones de 2024, el plan migratorio de Trump ha desatado un intenso debate sobre sus posibles repercusiones económicas.

 

 

 

Con la elección de 2024 acercándose, Michigan se ha convertido en un estado clave, donde Donald Trump y Kamala Harris compiten ferozmente por el voto de los influyentes trabajadores del sector automotriz. Trump centra su mensaje en el temor a la pérdida de empleos, alegando que la promoción de los vehículos eléctricos (EV) por parte de Harris amenaza la economía del estado. Su retórica resuena en votantes como Doug, un obrero sindicalizado de Ford, preocupado por que la transición a los EV haga peligrar sus fuentes de trabajo. Harris, sin embargo, ha respondido asegurando que su administración no impondrá el fin de los autos a gasolina. En un mitin en Flint, intentó tranquilizar a los votantes afirmando que respeta sus decisiones. A pesar de las importantes inversiones federales para reconvertir las plantas automotrices de Michigan hacia la producción de EV, muchos trabajadores siguen siendo escépticos, sintiéndose alejados del Partido Demócrata debido al aumento del costo de vida. Expertos sugieren que conquistar a estos votantes desencantados será clave para ambos candidatos, ya que las encuestas muestran que Trump está ganando terreno en un estado que Joe Biden ganó por poco en 2020.

 

 

La inteligencia artificial (IA) ha emergido como un tema central en la campaña presidencial de 2024, con Donald Trump y Kamala Harris presentando visiones muy distintas sobre el futuro de esta tecnología en EE.UU.

 

Trump ha destacado la IA como una herramienta clave para mantener la supremacía tecnológica de Estados Unidos a nivel global, especialmente frente a rivales como China. En recientes mítines, subrayó la importancia de invertir en el desarrollo de IA con fines de defensa y crecimiento económico, presentando a Harris como débil en innovación tecnológica. Su discurso está dirigido a votantes preocupados por el liderazgo de EE.UU. en la carrera tecnológica mundial, prometiendo políticas que aceleren los avances en IA, particularmente en aplicaciones militares.

 

Por su parte, Harris enmarca el desarrollo de la IA desde una perspectiva de responsabilidad ética y protección laboral. Aboga por un enfoque equilibrado, donde la tecnología sirva tanto a la innovación como a la equidad social. En una asamblea comunitaria en Michigan, Harris enfatizó la necesidad de regulaciones que eviten que la IA reemplace a los trabajadores sin redes de seguridad, y que aseguren un uso ético de la tecnología, especialmente en áreas como la vigilancia y la privacidad de datos. Su postura atrae a los trabajadores sindicalizados y votantes de clase media preocupados por el impacto de la automatización en el empleo, posicionándola como defensora de prácticas laborales justas frente a la disrupción tecnológica.

 

La carrera por el dominio en IA no se trata solo de avances técnicos, sino también de profundas implicancias económicas y geopolíticas. Mientras la postura agresiva de Trump puede resonar con quienes priorizan la seguridad nacional y la competitividad, el enfoque de Harris busca equilibrar la innovación con el bienestar social. A medida que los candidatos chocan en este frente, los votantes deberán elegir entre un avance acelerado con menos regulaciones, o un camino más cauteloso y regulado que considere tanto el progreso tecnológico como su impacto humano.